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viernes, 19 de mayo de 2006

Al ritmo de los tiempos

Recuerdo la vez en que tuve que separarme del computador como un mes por un ataque de foto-sensibilidad, me salieron burbujas en la cornea, como las que se forman en la piel cuando te quemas. Entonces jugaba “Las puertas de Baldur”, y no se me había ocurrido que algo pudiera separarme del juego. Hoy tengo treinta años, vivo con mi pareja, ambos llevamos un hogar. Y si no fuera por lo anticuada que se ha quedado mi tarjeta de video y por las exigencias laborales, tendría seguro problemas conyugales.

El mercado de los videojuegos no es por nada uno de los que más dinero mueven en el mundo, nos prepararon durante toda nuestra infancia para poder vivir de nuestro poder adquisitivo en nuestra adultez, hecho evidenciado por la enorme cantidad de títulos solo para mayores de 18 años.

Ya no tengo sueños con Digger moviéndose a toda marcha con su música de fondo, ni me veo entablando diálogos con los personajes de Fall Out, Sin embargo llego a sentirme orgulloso de mi mismo cada vez que tengo que abandonar el monitor donde transcurre un juego en línea, a sabiendas que esta acción me hará perderlo todo, todos los puntos que con tanto esfuerzo acumulé. Y es que tener una relación de pareja no es un juego.

¡Gracias Siderx por el dato!

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