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martes, 22 de mayo de 2007

El cuento de un dije

Una de las cosas que más me gusta de la humanidad es su afición por las tradiciones. Preservar la memoria de un momento a través de la repetición, en grupos y en contextos. Las tradiciones nos hacen formar parte de la historia y de los otros.

Cuenta Samia en su boda (desde una tarima, vestida de novia) que el dije que se regalaría más tarde a la joven casadera lo obtuvo ella misma de otra boda. A pesar de su rechazo a participar en ese juego de sacar un cordel dorado del pastel, fue prácticamente obligada por el novio de aquellas nupcias a levantarse y participar, y se puso de pié como sabiendo que inevitablemente le sería colgado del cuello el dije (un corazón de oro), cosa que ocurrió.

Dijo cosas muy bonitas, le dio atributos mágicos y pidió a quien lo obtuviera que no rompiera la tradición, que procurara hacerlo pasar de boda en boda.







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