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sábado, 15 de enero de 2011

Para cuando yo no esté

Abuela Graciela

La gente no dura para siempre y esto incluye a las personas que amamos. Debí sospechar hace dos o tres funerales que aquellos a quienes amo también se van. Ayer me encontré en una realidad en la que no estaba mi abuela, a quien amo profundamente.
Creo que la vida se trata de fluir y como humanos (mortales que somos) ese fluir se puede convertir en trascendencia, en el recuerdo de quienes seguimos andando, en la enseñanza que nos dejaron a hijos y nietos y que estos honraremos transmitiendo a las generaciones venideras. Celebro el fin de la larga y rica vida que tuvo mi abuela, de su éxito para trascender en la memoria de cada uno de nosotros y los que vendrán más adelante.
Agradezco además la manera en que se dispuso de su cuerpo al convertirlo en cenizas porque lo que considero valioso sobre lo que nos dejó está dentro de cada uno de nosotros. 
Cuando yo no esté quisiera ser recordado por los que me sobrevivan de la forma en que mi abuela sigue viva en mi, que me ha dejado lleno de amor y buenos consejos. Quisiera que  mi cuerpo siga fluyendo como cenizas que abonen algún campo y no como masa estéril en un cajón en cualquier cripta.

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